El estrés… ¿un amigo o enemigo?

Más de uno se preguntará, ¿cómo el estrés puede ser un amigo? …Si bien es cierto, últimamente se habla mucho del estrés, en la mayoría de los casos por no decir en todos, se hace desde una óptica negativa.  Y es que esto responde a todo un contexto detrás que respalda esta percepción y forma de referirse al estrés.

Pero vean, ¡qué interesante!… resulta que el estrés siempre ha sido parte de la historia del ser humano, contrario a lo que se cree de que es más bien una afección contemporánea.

El estrés siempre ha tenido una función en nuestro cuerpo de convertirse en un aliado, que nos provee de herramientas cuando nos enfrentamos a alguna situación de manera particular en la que tengamos que responder de forma inmediata.

Contribuye a la liberación de algunas hormonas como el cortisol o la adrenalina y nos permite estar en estado de alerta, de gran concentración preparados para responder de inmediato de forma que podamos sobrepasar y sobrevivir a esa situación particular a la que nos estamos enfrentando y que de una u otra forma nos pone en riesgo. Por ejemplo, ante una situación de emergencia, en donde estamos listos para correr a toda velocidad protegiendo nuestra vida o bien a afrontar algún nuevo desafío, en donde estamos enfocando gran parte de nuestra energía en la concentración y eficiencia para sacarlo adelante.

Sin embargo, para nadie es un secreto que, desde hace varias décadas atrás, la vida se ha vuelto mucho más ajetreada. Es muy común escuchar la frase: “no me alcanza el tiempo”, o más común aún: “no tengo tiempo”. Se le suma a esto el hecho de que cada vez son más las situaciones y presiones del día a día que se van convirtiendo en agentes estresores, que muchas veces pueden ser factores externos, pero que en otras ocasiones también son factores autogenerados.

Este fenómeno, se va convirtiendo poco a poco en nuestro estilo de vida y hace que todos estos factores estresores se vuelvan parte de nuestra cotidianidad, inclusive transformándose en una forma rutinaria de vida, lo que genera que este estado de estrés constante y permanente ya no sea tan positivo como lo expliqué anteriormente, pues este estado de alerta continuo y excesivo nos va enfermando, generando síntomas y consecuencias negativas tanto a nivel físico como a nivel emocional.

Les invito a tratar de hacer un alto en el camino, reflexionar sobre el estrés en nuestras vidas y permitirnos tomar de vez en cuando una pausa saludable, sacando de nuestro tiempo, unos minutos al día para conectarnos con nosotros mismos y retomar algún pasatiempo que tal vez nos gusta mucho y que hemos dejado de hacer por estar consumidos en las rutinas que nos dejan sin tiempo.

Créanme que esos minutos que saquen, lejos de ser una pérdida de tiempo, son una gran inversión de energía tanto física como emocional, generando bienestar para nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras vidas en general, dándonos cuenta que de pronto, haciendo algunos reajustes en nuestras agendas, pueda que si sea probable que tengamos la posibilidad de seguir destinando una parte de nuestro tiempo para nosotros mismos.

Dra. Ana Felicia Solano Arguedas.
Promoción de la Salud, Oficina de Bienestar y Salud
Universidad de Costa Rica

 

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